Ayer salí a jugar mecate con unas amigas. Jugamos de a uno y de a dos. De pronto, escuché a mi mamá llamarme. Entré y un pequeño hilo de sangre me rozó el vestido, era un hilo tan delgado que no se podía ver en el aire, pero tenía la fuerza como para atravesar el metro de distancia que me separaba de sus piernas...Sabía lo que tenía que hacer. La ví irse en la ambulancia como tantas otras veces y sin ningún comentario tomé de las manos a mis hermanas y las llevé a acostar.
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