lunes, 2 de noviembre de 2009
Ni siquiera el tren de tres se salva de la velocidad de este tiempo. Y es que, es cuestión de dos años, he visto a la gente que más quiero dejar mi vagón y tomar otro rumbo. Muchas veces nos topamos en el camino, nos abrazamos y pretendemos alargar cada minuto de compañía. Son esos momentos que quedan grabados en las fotografías multitudinarias de las navidades y las vacaciones. Afortunadamente, son los momentos que más se graban en la memoria. Los otros días, los más, uno hace uso del teléfono y la internet y se consuela pensando que el tenerlos cerca tampoco es garantía de compañía y trata de meterse en la cabeza a revientacinchas, la idea de que el amor verdadero no conoce de apegos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario