lunes, 9 de marzo de 2009

Son tan equívocas las señales
que me atuve a la geografía profunda de lo que ocultás
y decidí seguirte andando...
a pesar del fuerte viento que rasga mis sentidos,
a pesar del continuo sobresalto de tus cristales.

Asumí tu piel sin permiso
como ingenua aventurera me sumergí
en la terrible atracción de tus calizas y violetas
sabedora de que un precipicio aguarda mi alma
al término del día.

Asumí la búsqueda del equilibrio imposible
la salida imaginaria del laberinto rocoso
bajo la esperanza subversiva de una flor en cada esquina:
tus ojos acariciando furtivamente mi pupila.

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