Era la chica más popular del barrio. Con su cintura de avispa y su pelo largo y lacio cautivaba a toda clase de muchachos, desde los más serios hasta los más desastrosos. Llena de vitalidad, no me acuerdo cómo fue que un día se quebró una pierna y estuvo varios meses enyesada. Pero aún así, andaba por todo lado. Su yeso era uno de los más coloridos que he visto, todos querían escribir o dibujar algo en él. Fue mi compañera infaltable los domingos de 2 a 6 en las discotecas, con compañeras que usaban pelucas para que no las reconocieran porque sus padres les tenían prohibido asistir a esos lugares. No nos perdíamos ninguno de los bailes que se hacían en algunas casas de Barrio Luján y algunas veces caminamos a pie desde ese barrio hasta La Uruca porque nos dejaba el último bus, Siempre íbamos abrazadas para que creyeran que éramos pareja y según nosotras, que no nos hicieran nada. De qué hablábamos entonces? No tengo idea, pero sí me acuerdo que nos reíamos mucho. Con ella me di la libertad de ser irresponsablemente feliz.
Un día hicimos un viaje a Jacó. Recuerdo que el bus en que íbamos se varó cuando intentaba subir una cuesta que estaba muy embarrialada. Nos bajamos del bus y subimos la cuesta a esperar que el bus vacío lograra subir. Pero como no subía decidimos divertirnos patinando en el barro. Cómo nos reímos, ante toda aquella gente que seguramente nos creía locas...!!
Fue la que después, llenó de dibujos y de niñas nuestra casa y nuestras fiestas. Hoy está más linda que nunca... transformándose nuevamente. Sin ninguna duda, es una herencia de ella, la que ahora vuela.
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